Me asomé a la galería de mi casa en Los Mina con un café, y como todos los días la gente pasaba con sus prisas ir al trabajo, otros abrían sus negocios y lo primero que leo en el celular es noticias sobre los millones de niños abortados en el mundo, sobre el discurso de Ezequiel Molina en el encuentro de «La batalla de la Fe» sobre los horrores que se están promoviendo en el código penal a favor del aborto y la ideología de género, sobre gente que enferma y muere de covid19, la pérdida de mi querido padre Luis Rosario, muertes por accidentes en Navidad como la dolorosa pérdida del sobrino de Monseñor Víctor Masalles, etc… Uff!! Ahí me di cuenta que estoy viva a chepa y nos toca en cualquier momento.
La humanidad se ha vuelto insensible, al parecer va camino a la autodestrucción, pero en el fondo hay una luz, la de la Navidad, la de un bebé que no fue abortado, la de un niño Dios que fue perseguido para ser asesinado y a pesar de todo vive, cuidado por San José y adorado por María, con una Sagrada Familia de Nazaret que hoy nos dice que la cura es el perdón, la misericordia y el amor, recordando a República Dominicana con el arte de la fe de Nuestra Señora de la Altagracia.
Pongamos en nuestros hogares la imagen del cuadro de Nuestra Señora de la Altagracia, que nos recuerde e invite adorar y orarle al niño Jesús en cada momento de nuestras vidas, como ella lo hace en el cuadro. En este año Jubilar Altagraciano, estamos invitados por los 100 años de su Coronación Canónica, a recibir gracias especiales, hecho importante para los católicos y la historia del pueblo Dominicano, hagámosle y demos gracias a Dios por estar vivos y la familia.
¡Feliz Navidad y próspero año nuevo 2022!