En momentos donde las redes sociales en sus diferentes plataformas acaparan toda la atención de una generación consumidora de información en tiempo real, música de todos los géneros convertidos en éxitos mundiales a minutos de su estreno y afectada por una pandemia sin precedentes en la historia contemporánea, luce obsoleto un modelo de liderazgo el cual no pueda transmitir sus ideas a través de Spotify, YouTube, Instagram, Tik Tok, Facebook o Twitter.
Al conmemorarse el 208 aniversario del natalicio del prócer Juan Pablo Duarte y Diez, Padre de la Patria, estoy segura de que todos hemos leído algo sobre él, que tenemos nociones sobre su historia, demasiado majestuosa para poder resumirla en un artículo de opinión, pues no bastan los libros que ya existen y que se escribirán en la posteridad para poder describir la obra más noble de dominicano alguno y es que antes de él, no había dominicano alguno y sin él no hubiera existido dominicano alguno.
¿Pero qué rol juega Duarte en nuestras vidas?, ¿Qué significa Duarte para nuestra generación?, ¿Cuántas veces se debate sobre su modelo de liderazgo entre nosotros?, en especial entre aquellos jóvenes que nos hemos dedicado a la vida política en la República Dominicana.
Duarte más que un símbolo o una conmemoración, debe ser el protagonista de la nueva República, del cambio al que hemos apostado, su ideario es una tarea a asumirla como esencia de nuestro discurso y motor de nuestro accionar, porque hoy necesitamos una vez más que su pensamiento, su proyecto de nación nos acompañe en esta dura tarea de gobernar, bajo las circunstancias en que la historia nos ha colocado.
Duarte no es solo una fecha a celebrar, es el modelo de República que soñamos tener, es la forma de gobernar a la que todos aspiramos, es el ejemplo de administración de la cosa pública que necesitamos.
Juan Pablo Duarte es por excelencia el método de formación política a aprender y ejercer, pensando día tras día que la independencia de nuestro país, no es un acontecimiento que nos toca leer en los libros de historia, sino más bien es parte de nuestro diario vivir.
Porque cada joven que sirve a los mejores intereses de la nación, desde su comunidad, apostando a la mejora continua de su medio ambiente, cada uno que decide entre el buen y el mal camino, de forma positiva, es un nuevo héroe que nace desde las entrañas de nuestros barrios.
Aquel que desde una función pública o privada apuesta al bienestar colectivo por encima del individual, es Duarte personificado en sus acciones, cumpliendo con una de sus frases más celebres: “«Trabajemos por y para la Patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos».
En el caso de la juventud elegida por el presidente Luis Abinader, para desempeñar un puesto gubernamental, tenemos un compromiso vital con una ciudadanía asqueada de malas prácticas del pasado, que espera de nosotros un buen ejercicio de nuestras funciones al frente del Estado.
Nuestro espíritu de justicia social emulando a Duarte: “El Gobierno debe mostrarse justo y enérgico…O no tendremos Patria y por consiguiente ni libertad ni independencia nacional”.
Lo que nos lleva a concluir en lo siguiente, nos toca ser Duarte, tenemos la responsabilidad de preservar su legado, llevando a la praxis todo aquello que concibió cuando en su plena juventud, decidió dejar atrás sus comodidades y sacrificarse por todos nosotros.
Y es que de eso se trata, el servir al país es un sacrificio, no es un lujo, como otros malsanamente nos vendieron durante mucho tiempo, con su forma voraz de gobernar.
Juan Pablo Duarte, Padre de la Patria, modelo de gobierno a seguir, líder y guía de siempre, estandarte de esta nueva etapa republicana, encabezada por el ciudadano presidente Luis Abinader, bautizada por los dominicanos con el nombre de: “El Cambio”.
Por: Luz Jiménez
Ministra de la Juventud