La corrupción ha sido durante décadas un mal endógeno dominicano, un fruto de un árbol envenenado cuyas raíces han crecido de manera vertiginosa ocupando el subsuelo del territorio nacional, desde el más humilde buhonero hasta el más perfumado empresario. Por este fango de inmoralidades y antiética han pasado muchos, algunos con las cualidades de un felino adiestrado, pasando por el lodo y saliendo sin la más mínima evidencia en sus camisas de lino y sus zapatos Tanino Crisci del fango cruzado. Su avaricia es insaciable, demanda de un estudio patológico para determinar sus causas y orígenes, pero aún más necesario, para buscarle una cura.
Esta pandemia corruptiva es de muy fácil contagio, solo hay que estar en las “mieles del poder” para necesitar urgentemente la mascarilla de la moralidad y el alcohol etílico de la ética para evitar ser contagiado. Muchos tenían que hacerse de la vista gorda si veían a alguien enfermo, ya que meses atrás la procuraduría especializada en persecución de la corrupción (PEPCA) más que una institución con una función esencial de evitar los brotes del virus corruptivo, se había convertido en una propagadora del mismo.
Durante décadas gran parte de la sociedad que ha estado cuidándose de contraer el virus, exigía un gobierno con la determinación de crear una vacuna que elimine este mal de raíz, años de lucha, exigencias, muertes y divisiones sociales, dieron como resultado el ascenso a la administración del estado del presidente Luis Abinader, quién nació en medio de esta pandemia y durante todos estos años ha evitado contagiarse aplicando todos los medios de seguridad establecidos y sobre todo; el distanciamiento.
Distanciamiento que todos los hombres que enarbolamos los valores de la ética y la moral aplicamos, pero aún así necesitamos de una vacuna, una vacuna que blinde el estado del robo, el saqueo, la sobrevaluación, la lotería falsa, abultamiento de nómina, tráfico de drogas, tráfico de influencias y muchos otros síntomas más que traen consigo el virus de la corrupción. ¡Necesitamos una vacuna!