Resulta interesante escuchar personas hablar de transfuguismo, y ni siquiera conocer su definición. Según la RAE “Transfuguismo, es especialmente en la vida política, actitud y comportamiento de quien se convierte en tránsfuga”; “tránsfuga, persona que pasa de una ideología o colectividad a otra; persona que con un cargo público no abandona este al separarse del partido que lo presentó como candidato”.
En los países democráticos, la actividad social y política es dinámica, y se genera gran pasión y activismo, por eso, los cambios en las agrupaciones políticas serán constantemente, buscando desarrollar estrategias que fortalezcan su agrupación, por la razón, que dichas agrupaciones están integradas por personas que al igual que estas, también están en cambio permanente.
Hoy en la R.D., el transfuguismo es una realidad, fruto de unos resultados electorales u otros acuerdos tratados entre los principales actores y/o responsables de agrupaciones políticas. Esto no debe sorprendernos como ciudadanos de un país democrático, de tal manera que el transfuguismo de los políticos será constante e interesante.
Algunos amigos preguntan: ¿Es desleal ser tránsfuga? Yo pregunto: ¿Ser desleal a qué? ¿A una persona o a una agrupación? Cuando estás militando una agrupación política por una persona, nunca entraste a la dinámica colectiva, esto te llevará a cometer errores, puesto que no estás ejerciendo la política para el bien común, por eso llegará el momento que tomarás decisiones a favor de dicha persona.
Mi respuesta es, No. Si una persona siente que esa agrupación política ha cambiado su ideología, su forma de operacionalizar, está en todo el derecho de irse donde puede ejercer la política para el bien común. Las agrupaciones políticas son instancias creadas por personas para el ejercicio de la política en dicho país, lo peor sería que una persona se quedará en una agrupación política, esperando que pase algo y no accionando a favor de la democracia.
Para que esta actividad no existiera, debemos de fortalecer las agrupaciones políticas como instituciones de la democracia y no como un delegado de personas. Recordar que: “Por su mejoría, hasta su casa dejaría”.